Las tierras que hoy componen el ayuntamiento de Vigo han estado pobladas desde muy antiguo, como lo atestiguan la cantidad de dólmenes y mámoas que han aparecido en el término municipal. Estas civilizaciones se asentaron en este borde sur de la ría en el que tenían un buen clima y tierras fértiles para poder realizar sus labores agrícolas.
Del Paleolítico han aparecido restos de una sociedad nómada, cazadora y recolectora que están datados sobre el 100.000 a.c.. Más tarde, sobre el 5.000 a.c, ya empiezan a tener una actividad pescadora y marisquera y una vida más sedentaria. Entre el 3.000 y el 1.500 a.c., la cultura megalítica aparece presente en los más de 30 dólmenes que han aparecido en estas tierras, entre los que destacamos el denominado La Casa dos Mouros, en la subida al parque de A Madroa. Petroglifos destacados son los de Fragoselo y el de Millaradas.
Restos de cerámica y diversas piezas metálicas y hachas de la Edad de Bronce se conservan en el Museo Quiñones de León, en el Parque de Castrelos.
En el siglo VI a.c. surge la cultura de los castros, de los que en Vigo hay catalogados más de 20, siendo el más importante de todos el situado en el centro de la ciudad. Por su estado de conservación, también merece una mención el de Estea. Con la llegada de los romanos, en el siglo I a.c., estos castros sufrirán un proceso de romanización.
La era romana
Denominada Vicus Spacorum, que derivaría en el actual nombre, ya comienza a tener una importancia su puerto natural. Asentamientos importantes de la época son los localizados en la Isla de Toralla, en la playa de Bao y en los barrios del Arenal y Berbés en Vigo. Algunos de los restos encontrados están expuestos en el Museo Municipal de Castrelos, entre los que destacan la colección de lápidas funerarias.
Las influencias del imperio romano comenzaron en Vigo prematuramente en el siglo II a.c. y duraron intensamente casi seiscientos años. De esta época se han recuperado restos en varias excavaciones arqueológicas que señalan la posibilidad de fuertes actividades productivas (salazón) y comerciales en el litoral. El descubrimiento de unas grandes salinas en la zona litoral del centro (calles Inés Pérez de Ceta y Rosalía de Castro), así como los restos de una considerable factoría de salazón conservada en buen estado (calle Marqués de Valladares) ambos restos pertenecientes al siglo I-II después de Cristo, demuestran una fuerte actividad productiva relacionada con los productos del mar. Las dimensiones de la factoría apuntan a que Vigo era un centro de producción de salazones para abastecer necesidades superiores al consumo local. Los resultados de las excavaciones arqueológicas recientes en el actual centro de la ciudad, demuestran la existencia de un asentamiento urbano importante, datable entre los siglos II a VI d.C., coincidente a grandes rasgos con el área que ocupa el actual Centro histórico entre la calle Areal y O Berbés. Esta coincidencia espacial permite hablar del "origen" romano de la ciudad.
Edad Media
La Corona le otorgó a Bayona el poder de comerciar por mar con otras ciudades y esto frenó el crecimiento de Vigo en comparación. A pesar de esto va aumentando la población y los señores feudales y el clero (con la iglesia Santiago de Vigo como mejor ejemplo) aumentan su férreo control. Además de los pocos indicios que se conservan de esta época podemos deducir que hubo ataques de piratería hacia Vigo.
Durante esta época (siglo XIII) Martín Códax escribió las Cantigas de Amigo, de valor incalculable.
Siglo XVIII
El 23 de octubre de 1702 tuvo lugar en la Ria de Vigo una importante batalla naval conocida como Batalla de Rande. Enfrentó a las escuadras de las coaliciones anglo-holandesa e hispano-francesa por la Guerra de Sucesión Española y se especula con la posibilidad de que los restos de los tesoros traídos de América de los navíos hundidos yazcan aún en el fondo de la Ría.
La llegada a la zona de industriales catalanes y el hecho de que en 1778 Carlos III acabase con el monopolio de los puertos autorizados a comerciar con América, hizo que la economía viguesa se reactivase notablemente. Se construyó alrededor de la villa una muralla para evitar una posible invasión en la Guerra de Restauración Portuguesa.
Siglo XIX
La ciudad recibió por parte de la corona el título de Fiel, Leal y Valerosa al conseguir expulsar al ejército francés.
A mediados del siglo se destruyeron las murallas que la rodeaban para que ésta pudiera crecer. Y de hecho así sucedió gracias al auge económico que supuso el tráfico con América y la nueva línea de 1881 entre Vigo y Ourense.
La población activa crece debido a la creación de nuevas fábricas de salazón. A final de siglo la población total de Vigo se estima en 15.000 habitantes.
Siglo XX
A principios del siglo XX la población gallega comenzó a emigrar a Latinoamérica debido a las crisis que sufrían muchas familias, y el puerto de Vigo fue uno de los principales puntos de partida de esta emigración.
Mientras Vigo iba creciendo (30.000 habitantes en 1910) y absorbiendo a municipios cercanos como Lavadores y Bouzas, se instalaban nuevas industrias, se inauguraba el tranvía en 1914 (con un precio inicial de 5 céntimos), y se creaban muchos periódicos y organizaciones sindicales y políticas. Pero este crecimiento económico y social fue anulado por la Guerra Civil.
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